Desde
hace años he sido reportera, desde que inicié en esta carrera en el
2001, y hace unas semanas me tocó ver algo que me dejó con
curiosidad extrema, pena e impotencia ante el poco actuar de unas
coleguitas, y digo “coleguitas”, por que han de ser unos seis u
ocho años menores que yo, y quienes me recuerdan mi época de
reportera de campo para los programas en los que he laborado, revista
y radios…; en fin, ellas estaban en el mismo lugar que yo, el
aeropuerto.
Esa
tarde fui a cubrir la llegada de dos talentosos cantantes, Jorge
Drexler, uruguayo y ganador del Oscar con su canción en la película
‘Diarios de motocicleta’ hace unos años, y también llegaba el
merenguero Elvis Crespo. Todo bien cuando ninguno aún llegaba.
Arribó
del primero, la pantalla en sala de espera avisaba que ya había
aterrizado y que solo faltaban unos minutos para verlo salir. Afuera
estábamos los equipos de reportería de medios televisivos que
siempre hacen coberturas de farándula o espectáculos, en este caso
todas ubicamos de donde somos y perfectamente cual es nuestra tarea:
hacer entrevistas; volviendo al caso, vi a un caballero alegre,
sencillo, de mirar tranquilo, de pausado caminar y sonrisa de buen
recibimiento, al que sin presión alguna me acerqué a preguntarle
como estaba y de cómo era para él llegar a Guayaquil; me respondió
feliz, agradeciendo el hecho de ir a recibirlo, y se detuvo a
responder todo lo que le preguntaba; fueron unos 3 minutos, que son
muchos para un artista y suficientes para una nota de un minuto o un
minuto con diez segundos. Durante las preguntas y respuestas yo
esperaba ansiosa que mis compañeras se acerquen, ¿a qué hora
abordan al entrevistado? ¿A qué hora me interrumpen?; eso no pasó;
¡chicas vengan! gritaba en mi mente y la telepatía no funcionó;
fue en vano, ellas solo miraban la escena periodística farandulera y
el artista se fue, entre fotos de quienes lo ubicaron y de los
curiosos que preguntaban quien era. Preguntas y curiosidad que no
nacieron de las reporteras que dejaron ir a Drexler, ganador del
Òscar que cómodamente caminó a su auto, el que lo llevó a su
hotel hasta el día siguiente que fue su rueda de prensa.
Al
terminar de reaccionar y ver lo que no hicieron nada gracias a su
falta de olfato ante la presencia de un artista en la zona en que
estábamos, solo al ver la sala sin él escuché: “uy ya se fue”…
Mi
sorpresa fue mayor cuando al decirles quien se había ido me
comentaron que sí oyeron sobre su venida para un concierto que, a
los dos días fue lleno total.
Sentí,
como reportera y como quien hace contenido para notas de su misma
área, una impotencia gigante, decepción, angustia por la poca gana
que le ponen a su trabajo y, más impresión fue confirmar que nunca
debo trabajar con una de ellas que me pide regularmente trabajo y
quien cuando me ve en cobertura no me saluda. ¿Extraño no? (…)
El
rato llegó Elvis Crespo, merenguero lleno de ritmo que hasta venía
cantando por el pasillo hasta llegar a quienes esperábamos; y aquí
constaté lo mismo, pocas ganas de dar el primer paso, de abordar con
interés y estilo al talento. Él vino a nosotras, que ya eramos
numerosas, y a las cámaras, fue una, la que se dirigió de frente y
con una pregunta a saludarlo, no pensando en ser la primera, fue
pensando en que si de aquí se va, no habría noticia para el
noticiario de la noche. Quizá no eran muy fans de Elvis y se
intimidaron o, tampoco sabían que era él a quien sí esperaban,
finalmente caminamos hasta su auto y ameno, pero distante nos saludó
y respondió lo poco que logramos preguntar.
Terminamos
nuestra cobertura y nos retiramos a editar el material, yo aún sin
entender lo ocurrido antes con Drexler, no creía que ellas viendo a
una reportera actuando no se interesen por lo que hacía bajo el
nombre de la competencia. Creo que esto me dejó clara la posición
en la que muchos nos ubican a los periodistas de espectáculos, ese
encasillamiento terrible de limitada capacidad y profesionalismo del
que creen poseen la mayoría.
Siempre
digo que todos somos capaces, pero bajo mi óptica ese día califiqué
de poco interesadas a las reporteras suponiendo que no son
periodistas y, espero, que pronto tengan un cambio en su actitud y
desempeño profesional, sea por preparación o por que cambiaron de
rumbo laboral.
Lamento
la crueldad de mis palabras y soberbia…