martes, 9 de julio de 2013

LAS REPORTERAS DESINTERESADAS

Desde hace años he sido reportera, desde que inicié en esta carrera en el 2001, y hace unas semanas me tocó ver algo que me dejó con curiosidad extrema, pena e impotencia ante el poco actuar de unas coleguitas, y digo “coleguitas”, por que han de ser unos seis u ocho años menores que yo, y quienes me recuerdan mi época de reportera de campo para los programas en los que he laborado, revista y radios…; en fin, ellas estaban en el mismo lugar que yo, el aeropuerto.
Esa tarde fui a cubrir la llegada de dos talentosos cantantes, Jorge Drexler, uruguayo y ganador del Oscar con su canción en la película ‘Diarios de motocicleta’ hace unos años, y también llegaba el merenguero Elvis Crespo. Todo bien cuando ninguno aún llegaba.
Arribó del primero, la pantalla en sala de espera avisaba que ya había aterrizado y que solo faltaban unos minutos para verlo salir.  Afuera estábamos los equipos de reportería de medios televisivos que siempre hacen coberturas de farándula o espectáculos, en este caso todas ubicamos de donde somos y perfectamente cual es nuestra tarea: hacer entrevistas; volviendo al caso, vi a un caballero alegre, sencillo, de mirar tranquilo, de pausado caminar y sonrisa de buen recibimiento, al que sin presión alguna me acerqué a preguntarle como estaba y de cómo era para él llegar a Guayaquil; me respondió feliz, agradeciendo el hecho de ir a recibirlo, y se detuvo a responder todo lo que le preguntaba; fueron unos 3 minutos, que son muchos para un artista y suficientes para una nota de un minuto o un minuto con diez segundos. Durante las preguntas y respuestas yo esperaba ansiosa que mis compañeras se acerquen, ¿a qué hora abordan al entrevistado? ¿A qué hora me interrumpen?; eso no pasó; ¡chicas vengan! gritaba en mi mente y la telepatía no funcionó; fue en vano, ellas solo miraban la escena periodística farandulera y el artista se fue, entre fotos de quienes lo ubicaron y de los curiosos que preguntaban quien era. Preguntas y curiosidad que no nacieron de las reporteras que dejaron ir a Drexler, ganador del Òscar que cómodamente caminó a su auto, el que lo llevó a su hotel hasta el día siguiente que fue su rueda de prensa.
Al terminar de reaccionar y ver lo que no hicieron nada gracias a su falta de olfato ante la presencia de un artista en la zona en que estábamos, solo al ver la sala sin él escuché: “uy ya se fue”…
Mi sorpresa fue mayor cuando al decirles quien se había ido me comentaron que sí oyeron sobre su venida para un concierto que, a los dos días fue lleno total.
Sentí, como reportera y como quien hace contenido para notas de su misma área, una impotencia gigante, decepción, angustia por la poca gana que le ponen a su trabajo y, más impresión fue confirmar que nunca debo trabajar con una de ellas que me pide regularmente trabajo y quien cuando me ve en cobertura no me saluda. ¿Extraño no? (…)
El rato llegó Elvis Crespo, merenguero lleno de ritmo que hasta venía cantando por el pasillo hasta llegar a quienes esperábamos; y aquí constaté lo mismo, pocas ganas de dar el primer paso, de abordar con interés y estilo al talento. Él vino a nosotras, que ya eramos numerosas, y a las cámaras, fue una, la que se dirigió de frente y con una pregunta a saludarlo, no pensando en ser la primera, fue pensando en que si de aquí se va, no habría noticia para el noticiario de la noche. Quizá no eran muy fans de Elvis y se intimidaron o, tampoco sabían que era él a quien sí esperaban, finalmente caminamos hasta su auto y ameno, pero distante nos saludó y respondió lo poco que logramos preguntar.
Terminamos nuestra cobertura y nos retiramos a editar el material, yo aún sin entender lo ocurrido antes con Drexler, no creía que ellas viendo a una reportera actuando no se interesen por lo que hacía bajo el nombre de la competencia. Creo que esto me dejó clara la posición en la que muchos nos ubican a los periodistas de espectáculos, ese encasillamiento terrible de limitada capacidad y profesionalismo del que creen poseen la mayoría.
Siempre digo que todos somos capaces, pero bajo mi óptica ese día califiqué de poco interesadas a las reporteras suponiendo que no son periodistas y, espero, que pronto tengan un cambio en su actitud y desempeño profesional, sea por preparación o por que cambiaron de rumbo laboral.
Lamento la crueldad de mis palabras y soberbia…